martes, 2 de junio de 2009

Ficomic 2009 1 (Javo Rodríguez)


Comunicar es hacer a otro partícipe de lo que uno tiene.

Vivimos en la época de la comunicación, no sólo a través de estupendos medios técnicos como Internet, sino de los más diversos tipos de encuentros y eventos, el Salón Internacional del Cómic de Barcelona es uno de ellos. Allí acuden aficionados y profesionales del tebeo, procedentes de todo el mundo, con la intención de conocer las novedades editoriales y también para comunicarse sus ideas.
Como todos los últimos años he acudido a la cita del salón más con la idea de comunicarme que de comprar, para esto último me es más práctico acudir a mi librero habitual (gracias, Oscar) que regresar a Madrid con un sobrepeso en las maletas, caro e incomodo, aunque, inevitablemente, no puedes rehuir comprar algún material que te llama sin que puedas impedir el llevártelo.
El salón tiene una amplia, surtida y atractiva variedad de encuentros, firmas, mesas redondas, presentaciones, talleres, etc. cuyo objetivo es comunicar, hacer a otro partícipe de lo que uno tiene. El otro es, obviamente, el público partícipe.
Esto es notorio y no necesita más explicación... ¿o si?

El Salón Internacional de Barcelona es una pequeña Babel y, como en la leyenda, las distintas lenguas son piedrecillas que se introducen en el mecanismo de la comunicación.
Lo habitual es la utilización del castellano para comunicarse, todas presentaciones comerciales se realizan en este idioma y si algún invitado se expresa en francés o inglés (lo más habitual) un estupendo traductor se ocupa de hacer posible la necesaria comunicación. ¿pero sucede lo mismo cuando el encuentro es más teórico y menos comercial? No siempre.

Voy a poner tres ejemplos, de menor a mayor, donde la comunicación se ha impedido en el último salón.

II Jornada: El Cómic, una herramienta pedagógica.
La Jornada estuvo dedicada a los profesores y (fallo mío) necesitaba una inscripción previa que no hice. Aún así, al ver que había sitio libre, hice un intento de entrar, pero se me comunicó que se desarrollaría en catalán, por lo que desistí. Me pongo en el caso de un profesor de cualquier sitio lejano de Cataluña, al que le interesa el tema, y la cosa es triste. En el ámbito, no lo olvidemos, de un salón internacional, se quedaría in albis.

Conferencia de Phillipe Goddin sobre su libro El Arte de Hergé.
Junto al autor se sentaron Jordi Tardá, Ana Zendera y un traductor.
Desde la primera intervención, la señora Zendera se expresó en catalán. Lo mismo sucedió con la intervención del señor Tardá. Conclusión, hube de marcharme, de un salón internacional, porque la comunicación no fue posible.

Mesa Redonda Flash Gordon.
Este es el caso más chungo.
En la foto podéis poder ver, de izquierda a derecha, a Diego (un excelente traductor sin el que encuentros, charlas... serían imposibles o, al menos, terriblemente tediosas), Bernard Mahe (propietario del material exhibido en la exposición protagonista de la mesa), Vicent Sanchis (comisario de la exposición) y Pedro L. López (moderador).
Paso al chusco relato de los hechos.
El moderador pregunta a los asistentes si alguien tiene problemas con el catalán. Varios asistentes levantamos la mano y se nos explica que no problem, para eso esta el traductor (el citado Diego).
Sanchis comienza su presentación (en catalán), mientras Diego toma sus estupendos apuntes y traduce, al tiempo, lo que Sanchis dice a Mahe. Cuando acaba, Diego traduce al castellano las palabras (en catalán) de Sanchis... y así hasta el absurdo hastió no me queda más remedio que marcharme, sin poder comunicarme.
No puedo dejar de señalar que el muy nombrado Diego, por razones objetivas y prácticas, siempre ha rogado al público que, con un invitado USA, por ejemplo, no se realicen las preguntas en inglés, para evitar las cansinas traducciones, en este caso no lo hizo y es que algo huele a podrido en Cataluña... un molesto miedo.

Se que se me va a acusar de anticatalanista, aunque piense que cualquier idioma (incluido el catalán, no faltaba más) es un patrimonio que encierra, no sólo palabras, sino también conceptos e ideas; aunque lleve más de cuatro décadas compartiendo mi vida con una catalana (a la que todo esto le indigno más que a mí); aunque adore Barcelona y su gente... pero aquí no hablamos de esto, hablamos de paletos, sin boina y disfrazados de intelectuales, pero profundamente paletos.

¡Ah! Que no se me olvide, ¡Visca Catalunya! Disfruté de tu salón, de tus Ramblas, de tu Raval, de tus comidas, de tus mercados, de tu puerto... pero los paletos te hacen ser más cerrada, más paleta, más inculta, menos cumunicativa, acaba con ellos y haznos participe de lo que tienes.

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