Podría haber elegido comics más antiguos o haber incluido a Asterix y a Tintín en la lista pero he querido tirar hacia lo que más me a gustado en los últimos tiempos y me ha hecho recuperar el gusto por los comics, ya que como marvelfan los 90 fue una época terrible y dejé de comprar, salvo para completar colecciones.
New X-Men (Grant Morrison & Frank Quitely). Durante la etapa de Morrison en X-Men circularon varios dibujantes, debido a la lentitud de Quitely, pero fue el cambio radical que dieron a los mutantes estos dos artistas lo que me hizo volver a engancharme a los mutantes. Desafortunadamente, con la marcha de Morrison la serie volvió a caer en el pozo, y salvo excepciones como Astonishing X-Men las series de mutantes no tienen ni un mínimo de calidad.
Astonishing X-Men (Joss Whedon & John Cassaday). Pese a no mantener el look de cuero negro y volver a las coloridas mayas, Whedon recuperó el espíritu de los New X-Men de Morrison y firmó 24 números en los que hemos podido disfrutar de los mutantes más dignos desde Claremont. No puedo dejar de comentar el fabuloso dibujo de Cassaday, que convirtió a Astonishing X-Men en la que probablemente sea una de las mejores series Marvel de todos los tiempos.
Patrulla-X (Chris Claremont & Paul Smith). Esta etapa de los mutantes fue la que me hizo marvelfan hasta la médula, los Morlocks y la boda (que no llega a celebrarse) de Lobezno son dos tramas geniales con un Claremont más inspirado que nunca gracias al fantástico dibujo de Smith. Esto no menosprecia en lo más mínimo a otros artistas como John Byrne o John Romita Jr., que también son responsables de la grandeza de la Patrulla-X, pero me quedo con Paul Smith.
Ultimates (Mark Millar & Brian Hitch). Nunca he sido fan de los Vengadores, pero la visión de Millar sobre los héroes más poderoso de la Tierra, mucho más macarra y chulesca que la original engancha desde el primer hata el último número. Tengo que decir, que a raíz de esta serie, veo a los Vengadores con otros ojos y de hecho me he enganchado a los Nuevos Vengadores de Bendis pese a ser una concepción muy diferente del grupo. Los Nuevos Vengadores de Bendis se han quedado fuera de la lista por una cuestión de espacio.
Nuevos Mutantes (Chris Claremont & Sal Buscema). El primer spin off de la Patrulla-X tuvo etapas geniales pero las historias de Nueva Roma y del Club Fuego Infernal en los comienzos aguantan el paso del tiempo mejor que obras a las que se les ha dado más bombo. La pena es que muchos nuevos lectores o gente que se la perdió en su momento lo tienen difícil para recuperar esta serie.
Lobezno (Chris Claremont & John Buscema). Es posible que esta serie no sea de lo mejor que ha parido Claremont, pero cuando salió a la venta la colección de mi mutante favorito, y encima dibujada por el maestro Buscema, me volví adicto.
Authority (Mark Millar & Frank Quitely). La creación corresponde a Warren Ellis, pero la etapa de Millar, junto al genial a la par que tardón Quitely es un derroche de imaginación y grandes homenajes, la parodia de los Vengadores es una de las razones por la que esta serie está en esta lista.
Transmetropolitan (Warren Ellis & Darick Robertson). Spider Jerusalem es probablemente el antihéroe más retorcido, más cabrón y más divertido sobre el que jamás he leido y Transmetropolitan, la gamberrada de Ellis con la que mejor lo he pasado.
The Boys (Garth Ennis & Darick Robertson). Ennis es otro gamberro fabuloso y con su Predicador lo pasé genial, pero The Boys es mucho más salvaje y entretenida. Pese a no sufrir al Comic Code sigue habiendo censura y la serie tuvo que pasar de Wildstorm a Dynamite para no perder el espíritu original.
Ultimate Spider-Man (Brian Michael Bendis & Mark Bagley o Stuart Immonen). Bendis es el actual Dios de Marvel y ha llegado ahí gracias a un conocimiento absoluto del Universo Marvel y su Continuidad. La Continuidad con la que Bendis juega de forma magistral en la línea original de Marvel es, para muchos nuevos lectores, un lastre y provoca que no entiendan de donde vienen muchas historias. Por eso se creó la línea Ultimate, en la que destaca Spider-Man, principalmente porque mantiene el guionista desde su primer número. Cierto es que el cambio de Bagley a Immonen me decepcionó al principio pero el dibujo sigue encajando a la perfección con la visión de Bendis del único héroe Marvel con una identidad secreta real.
Camelot 3000 (Mike W. Barr & Brian Bolland). Mi mayor decepción del Salón del Cómic del año pasado fue la chapuza que hizo la editorial Planeta con la edición Absoluta del que, para mí, es uno de los mejores comics de la historia. Estoy convencido de que por algún lado tiene que haber material extra para que los aficionados puedan descubrir algo que no sabían sobre esta obra maestra del noveno arte.
Wanted (Mark Millar & J. G. Jones). Millar derrochando mala leche e incorrección política a lo bestia. Tuve la desgracia de sufrir en mis retinas la apestosa adaptación cinematográfica, pero lo que disfrute leyendo el cómic no me lo podrá quitar ninguna película.
Sin City (Frank Miller). Este cómic sí que tuvo un buen paso por el cine. El dibujo de Miller no es de mis favoritos, pero no puedo imaginar otras ilustraciones para plasmar la historia. Si no fuese por Sin City hubiese incluido la etapa de Miller en Daredevil, que también me parece imprescindible.
Top 10 (Alan Moore & Gene Ha). No podia faltar el señor Moore en esta lista, y como imagino que Watchmen está en una gran cantidad de listas me apetece dar un poco la nota. Una obra divertida desde la primera linea del prólogo, en el que Moore desbarra sobre los compañeros juveniles de los héroes y otros tópicos del género. Si Watchmen te aburrió y piensas que eres un bicho raro lee Top 10 y descubre a un Moore que muchos desconocen.
El dibujo de Ha es fantástico y la splash page con personajes de otras editoriales camuflados entre los personajes es una delicia del nivel del Popeye en la Patulla-X (¿sabéis de que hablo?).
Los Muertos Vivientes (Robert Kirkman & Tony Moore o Charlie Adlard). Van 8 números en España y la gente se sigue enganchando a esta serie de forma compulsiva. Con mucha influencia de películas como 28 Días Después, esta serie se centra en las vivencias de los pocos supervivientes de un cataclismo del que no tenemos información y no nos interesa ya que estamos absortos por la forma de relacionarse de los protagonistas. Ni los zombis del título tienen importancia que nuble la atención que prestamos a los supervivientes y a sus desventuras. No os encariñéis con ningún personaje, son todos interesantes pero también prescindibles.
domingo, 10 de mayo de 2009
Mis 15 favoritos 1 (Javo Rodríguez)
En respuesta a a la encuesta del blog amigo Comic is art, aquí van los 15 cómics que más me han influido a lo largo de un amplia vida de lector. El orden no es por preferencia sino por las fechas en que los leí.
Tarzán de Burne Hogarth.
Esta imagen fue la primera viñeta que se me quedo grabada en la memoria cuando tenía, mas o menos, 5 años. Provenía del periódico cubano El País que unos familiares enviaban a mi madre, con reproducciones de las páginas dominicales de la prensa estadounidense. Obviamente no sabía quien era Hogarth pero si sabía que dibujos eran de él, una autor inconfundible al que, en mi opinión el cómic de superhéroes debe mucho.
El cosaco verde de Víctor Mora y Fernando Costa.
Acostumbrado a los colores de las sundays americanas el tebeo español, por otra parte proscrito en la casa de mis padres, no me atraía demasiado, pero en las casas de mis amigos se acumulaban ejemplares de los tebeos de la época: El Cachorro, El Capitán Trueno, El Jabato y los de humor Pulgarcito, Tío Vivo... y acabe aficionándome. El Cosaco Verde fue muy especial para mi, primero porque pude comprar mi primer número 1 y comenzar mi primera colección clandestina. Naturalmente por entonces no sabía que tenía guiones de Víctor Mora ni dibujos de Fernando Costa, para mi sólo era como El Capitán Trueno, con divertidos acompañantes: el forzudo Karakán, el jovencito Iván y el chino Sing Li, y con una novia espectacular: Shankara.
Tintín de Hergé.
Descubrí a Tintín antes de que llegase a España, pero no en viñetas sino a través de un amigo de familia belga que, como un moderno freaky, nos relataba, como si se tratase de una película, las aventuras del (presunto) reportero y sus amigos.
Posteriormente, en casa de una amiga, pude leer mi primer Tintín, Objetivo la luna, y llegar a leer Aterrizaje en la luna y todos los demás tomos se convirtió en una obsesión. El personaje de Hergé ya es un clásico, y como sucede con los Beatles en la música, mi hijo, mis sobrinos, los hijos de mis amigos han leído sus historias antes de adentrase en otros terrenos más personales.
El Jueves.
Eterno compañero en los asientos del metro y del baño (sin que en esto haya el menor menosprecio). Ya se que la comparación no es original, pero para mi es la versión actual de Pulgarcito. Desde hace más de tres décadas compro este tebeo, no todas la semanas, pero si muy habitualmente y sus historietas no cesan de hacerme sonreír y sus ejemplares antigös de acumularse en un gran montón. Si tuviese que resaltar alguna historieta me quedo con las de Ivá (Makinavaja, Historias de la puta mili...), me parece un genio.
Paracuellos de Carlos Giménez.
No lo descubrí hasta su segunda serie, publicada en Comix Internacional, con el título, por entonces de Auxilio Social, a comienzos de los 80 del pasado siglo.
Pero no fue el descubrimiento de una serie sino de un autor: Carlos Giménez, para mi el más grande historietista español. Desde entonces no he dejado de leer toda su obra y jamás me ha aburrido, trate el tema que trate.
Cosas de la vida de Gerad Lauzier.
Los 80, a pesar del boom del cómic (los tebeos dejaron de ser tebeos para convertirse en cómics) no fueron años apasionantes para mi. Moebius, Corben, Pratt, Crepax... me aburrían bastante (y, en general, lo siguen haciendo), a pesar de esto existían pequeñas islas, además de los citados el Jueves y Carlos Gimenéz, me divertían las historietas de Abulí y Bernet en Torpedo y, entonces, como un luminoso descubrimiento, apareció Gerad Lauzier, poco correcto políticamente y enormemente divertido. No se si lo he dicho, pero lo primero que le pido a un cómic (o novela, o pieza teatral o peli o... lo que sea) es que me divierta, luego viene lo demás. Lauzier es enormemente divertido y lo demás tambien está presente en sus historietas.
La Patrulla X de Chris Claremont.
Como veréis, hasta hora, los superhéroes no han aparecido y no porque no me hubiesen gustado, en la época del Instituto tuve vicio de Novaro (Superman, Batman -a la cabeza-, Flecha Verde, Linterna Verde, Aquaman...), pero luego considere que ya era mayor para entretenerme con esas tonterías. La recuperación vino a través de mi hijo, fan(atico) de los mutantes y, muy en particular de la Patrulla X que publicaba Forum. Hojeando, por curiosidad, uno de sus tebeos me encontré con Claremont, en mi opinión un genio de los guiones y, casi sin darme cuenta caí en las garras de Marvel y su Universo, a los que considero un culmen de la cultura pop.
Camelot 3000 de Mike W. Barr y Brian Bolland.
Otro descubrimiento interpuesto por mi hijo. La mezcla de leyenda artúrica y estética de superhéroes me fascino, el dibujo de Bolland, para mi un dibujante que merece más reconocimiento del que posee, me pareció estupendo y, además de sexy, novedoso.
La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland.
De nuevo aparece mi hijo, pero ahora no como descubrimiento. Su pasión por Marvel me hizo regalarle esta obra (en mi opinión maestra) de un superhéroe DC que yo recordaba con cariño. Pero que equivocado estaba (por entonces y hasta mucho más tarde no supe quien es Alan Moore), este no era mi Batman de Novaro, era otra cosa mucho más oscura, más siniestra. Tras leerlo, nunca se lo regale a mi hijo, fue un paso más, decisivo para volver a recuperar el placer de leer historietas de superhéroes.
Maus de Art Spiegelman.
En principio llegue a él influido por la noticia de su concesión del Pulitzer, como curiosidad cultural. Cuando comencé su lectura, su dibujo, en blanco y negro y (para mi) no demasiado atractivo me echo para atrás, pero, paradójicamente, no pude soltarlo hasta llegar al final. Fue uno de los primeros cómics que leí después de dejar el teatro y decidir dedicarme al estudio de los cómics. Su apasionante lectura me ayudó mucho en la decisión.
Persepolis de Marjane Satrapi.
Las condiciones de su descubrimiento son parecidas a las de Maus, pero más políticas y sociales que en el citado caso. El desastre (en principio recibido con alegría) de la caída del Sha se transformo en el infierno de Jomeini y el inicio de la amenaza islámica. El retrato de la vida de la propia Marjane me parece una de las grandes obras de la ficción (¿) histórica.
Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons.
Ya sabía quien era Alan Moore, pero la lectura, completa y a fondo, fue tardía y un autentico placer.
Bastante manoseados están Moore y Watchmen como para que diga algo. Sólo aclarar que Moore es uno de mis escritores (no guionista solamente, escritor) favoritos y que merece el Nóbel de literatura y que Watchmen me parece una obra maestra. ¡Que original!, ya lo se, pero no quiero ni puedo dar más de si. ¡Ah, se me olvidaba!. Desgraciadamente sólo se pueden incluir 15 títulos, pero si hubiese uno más, incluiría, sin dudar, Top 10.
Entender el cómic de Scott McCloud.
El único de los 15 que no pertenece a la ficción. Lo compre, con dudas por lo poco que me intereso Zot, pero se ha convertido en un libro de cabecera que responde plenamente a su título. Genial y recomendable no sólo para seguidores del cómic, sino también para otras profesiones, teatro, psicología, cine...
Transmetropolitan de Warren Ellis y Darick Robertson.
Mi hijo, una vez más, me dijo: "Te va a molar" y vaya si acertó. Las absolutamente incorrectas peripecias de Spider Jerusalem me tienen atrapado y es una de las escasas colecciones completas que me son imprescindibles. Fue también el descubrimiento de Ellis, otro guionista que me parece imprescindible y que, con The Authoriti hubiese merecido figurar en esta lista.
Los muertos vivientes de Robert Kirkman e, inicialmente, de Tony Moore y, luego, Charlie Adlard.
Consejo también interpuesto, primero por el sabio Oscar de Nexus 4 (en Santander) y, trasvasado por mi hijo, llego a mis manos. Ya en 1968 me flipó La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero. No por el malsano regusto por el gore (que también padezco) sino por la siempre interesante historia de un grupo de personas, muy diferentes entre sí, que se enfrentan a una situación límite. Otra de las escasas colecciones que me he propuesto terminar.
Tarzán de Burne Hogarth.
Esta imagen fue la primera viñeta que se me quedo grabada en la memoria cuando tenía, mas o menos, 5 años. Provenía del periódico cubano El País que unos familiares enviaban a mi madre, con reproducciones de las páginas dominicales de la prensa estadounidense. Obviamente no sabía quien era Hogarth pero si sabía que dibujos eran de él, una autor inconfundible al que, en mi opinión el cómic de superhéroes debe mucho.
El cosaco verde de Víctor Mora y Fernando Costa.
Acostumbrado a los colores de las sundays americanas el tebeo español, por otra parte proscrito en la casa de mis padres, no me atraía demasiado, pero en las casas de mis amigos se acumulaban ejemplares de los tebeos de la época: El Cachorro, El Capitán Trueno, El Jabato y los de humor Pulgarcito, Tío Vivo... y acabe aficionándome. El Cosaco Verde fue muy especial para mi, primero porque pude comprar mi primer número 1 y comenzar mi primera colección clandestina. Naturalmente por entonces no sabía que tenía guiones de Víctor Mora ni dibujos de Fernando Costa, para mi sólo era como El Capitán Trueno, con divertidos acompañantes: el forzudo Karakán, el jovencito Iván y el chino Sing Li, y con una novia espectacular: Shankara.
Tintín de Hergé.
Descubrí a Tintín antes de que llegase a España, pero no en viñetas sino a través de un amigo de familia belga que, como un moderno freaky, nos relataba, como si se tratase de una película, las aventuras del (presunto) reportero y sus amigos.
Posteriormente, en casa de una amiga, pude leer mi primer Tintín, Objetivo la luna, y llegar a leer Aterrizaje en la luna y todos los demás tomos se convirtió en una obsesión. El personaje de Hergé ya es un clásico, y como sucede con los Beatles en la música, mi hijo, mis sobrinos, los hijos de mis amigos han leído sus historias antes de adentrase en otros terrenos más personales.
El Jueves.
Eterno compañero en los asientos del metro y del baño (sin que en esto haya el menor menosprecio). Ya se que la comparación no es original, pero para mi es la versión actual de Pulgarcito. Desde hace más de tres décadas compro este tebeo, no todas la semanas, pero si muy habitualmente y sus historietas no cesan de hacerme sonreír y sus ejemplares antigös de acumularse en un gran montón. Si tuviese que resaltar alguna historieta me quedo con las de Ivá (Makinavaja, Historias de la puta mili...), me parece un genio.
Paracuellos de Carlos Giménez.
No lo descubrí hasta su segunda serie, publicada en Comix Internacional, con el título, por entonces de Auxilio Social, a comienzos de los 80 del pasado siglo.
Pero no fue el descubrimiento de una serie sino de un autor: Carlos Giménez, para mi el más grande historietista español. Desde entonces no he dejado de leer toda su obra y jamás me ha aburrido, trate el tema que trate.
Cosas de la vida de Gerad Lauzier.
Los 80, a pesar del boom del cómic (los tebeos dejaron de ser tebeos para convertirse en cómics) no fueron años apasionantes para mi. Moebius, Corben, Pratt, Crepax... me aburrían bastante (y, en general, lo siguen haciendo), a pesar de esto existían pequeñas islas, además de los citados el Jueves y Carlos Gimenéz, me divertían las historietas de Abulí y Bernet en Torpedo y, entonces, como un luminoso descubrimiento, apareció Gerad Lauzier, poco correcto políticamente y enormemente divertido. No se si lo he dicho, pero lo primero que le pido a un cómic (o novela, o pieza teatral o peli o... lo que sea) es que me divierta, luego viene lo demás. Lauzier es enormemente divertido y lo demás tambien está presente en sus historietas.
La Patrulla X de Chris Claremont.
Como veréis, hasta hora, los superhéroes no han aparecido y no porque no me hubiesen gustado, en la época del Instituto tuve vicio de Novaro (Superman, Batman -a la cabeza-, Flecha Verde, Linterna Verde, Aquaman...), pero luego considere que ya era mayor para entretenerme con esas tonterías. La recuperación vino a través de mi hijo, fan(atico) de los mutantes y, muy en particular de la Patrulla X que publicaba Forum. Hojeando, por curiosidad, uno de sus tebeos me encontré con Claremont, en mi opinión un genio de los guiones y, casi sin darme cuenta caí en las garras de Marvel y su Universo, a los que considero un culmen de la cultura pop.
Camelot 3000 de Mike W. Barr y Brian Bolland.
Otro descubrimiento interpuesto por mi hijo. La mezcla de leyenda artúrica y estética de superhéroes me fascino, el dibujo de Bolland, para mi un dibujante que merece más reconocimiento del que posee, me pareció estupendo y, además de sexy, novedoso.
La broma asesina de Alan Moore y Brian Bolland.
De nuevo aparece mi hijo, pero ahora no como descubrimiento. Su pasión por Marvel me hizo regalarle esta obra (en mi opinión maestra) de un superhéroe DC que yo recordaba con cariño. Pero que equivocado estaba (por entonces y hasta mucho más tarde no supe quien es Alan Moore), este no era mi Batman de Novaro, era otra cosa mucho más oscura, más siniestra. Tras leerlo, nunca se lo regale a mi hijo, fue un paso más, decisivo para volver a recuperar el placer de leer historietas de superhéroes.
Maus de Art Spiegelman.
En principio llegue a él influido por la noticia de su concesión del Pulitzer, como curiosidad cultural. Cuando comencé su lectura, su dibujo, en blanco y negro y (para mi) no demasiado atractivo me echo para atrás, pero, paradójicamente, no pude soltarlo hasta llegar al final. Fue uno de los primeros cómics que leí después de dejar el teatro y decidir dedicarme al estudio de los cómics. Su apasionante lectura me ayudó mucho en la decisión.
Persepolis de Marjane Satrapi.
Las condiciones de su descubrimiento son parecidas a las de Maus, pero más políticas y sociales que en el citado caso. El desastre (en principio recibido con alegría) de la caída del Sha se transformo en el infierno de Jomeini y el inicio de la amenaza islámica. El retrato de la vida de la propia Marjane me parece una de las grandes obras de la ficción (¿) histórica.
Watchmen de Alan Moore y Dave Gibbons.
Ya sabía quien era Alan Moore, pero la lectura, completa y a fondo, fue tardía y un autentico placer.
Bastante manoseados están Moore y Watchmen como para que diga algo. Sólo aclarar que Moore es uno de mis escritores (no guionista solamente, escritor) favoritos y que merece el Nóbel de literatura y que Watchmen me parece una obra maestra. ¡Que original!, ya lo se, pero no quiero ni puedo dar más de si. ¡Ah, se me olvidaba!. Desgraciadamente sólo se pueden incluir 15 títulos, pero si hubiese uno más, incluiría, sin dudar, Top 10.
Entender el cómic de Scott McCloud.
El único de los 15 que no pertenece a la ficción. Lo compre, con dudas por lo poco que me intereso Zot, pero se ha convertido en un libro de cabecera que responde plenamente a su título. Genial y recomendable no sólo para seguidores del cómic, sino también para otras profesiones, teatro, psicología, cine...
Transmetropolitan de Warren Ellis y Darick Robertson.
Mi hijo, una vez más, me dijo: "Te va a molar" y vaya si acertó. Las absolutamente incorrectas peripecias de Spider Jerusalem me tienen atrapado y es una de las escasas colecciones completas que me son imprescindibles. Fue también el descubrimiento de Ellis, otro guionista que me parece imprescindible y que, con The Authoriti hubiese merecido figurar en esta lista.
Los muertos vivientes de Robert Kirkman e, inicialmente, de Tony Moore y, luego, Charlie Adlard.
Consejo también interpuesto, primero por el sabio Oscar de Nexus 4 (en Santander) y, trasvasado por mi hijo, llego a mis manos. Ya en 1968 me flipó La Noche de los Muertos Vivientes de George A. Romero. No por el malsano regusto por el gore (que también padezco) sino por la siempre interesante historia de un grupo de personas, muy diferentes entre sí, que se enfrentan a una situación límite. Otra de las escasas colecciones que me he propuesto terminar.
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