miércoles, 11 de marzo de 2009

Watchmen... y Alan Moore tenía razon (Javo Rodríguez)

No se si Watchmen es el mejor cómic de la historia y la verdad, no me importa demasiado, sólo se que su (tardía) lectura me resulto apasionante... y algo más complicada de lo que es habitual en una historieta.
Si, una historieta, publicada en 12 tebeos. Se ha repetido más de una vez, pero parece que los que se empeñan en calificarla con el rimbombante adjetivo de novela gráfica no han aceptado que una simple historieta pueda alcanzar el nivel de calidad de la obra de Alan Moore y Dave Gibbons; en el fondo siguen pensando que la historieta es algo banal, dirigido a mentes inmaduras, mientras que la novela gráfica es algo serio, cultural, dirigido a mentes maduras, siguen sin enterarse.

Esperaba el estreno de la versión cinematográfica de Watchmen con un interés especial. Como en otras adaptaciones decidí no releer el cómic. Si voy al cine me interesa sumergirme en la pantalla sin prejuicios sobre la fidelidad al original e intentar disfrutar de la propia película, sin otras ideas preconcebidas.

Para que me guste lo que estoy viendo exijo muy poco (o mucho), tan sólo que durante la proyección este en la pantalla y no en la sala. No me sucedió con Watchmen, incluso me aburrí en más de un momento. Sin llegar a parecerme un film desdeñable, si me parece fallido, creo que, principalmente por la excesiva fidelidad al original. Tan sólo hay una interpretación cinematográfica en el excelente prólogo, para mi lo mejor de la peli.

Alan Moore tiene fama (quizá merecida) de rarito, pero tiene una brillante mente de escritor, de guionista y, en ocasiones de teórico de las imágenes. Moore se separó del proyecto cinematográfico desde un principio, de hecho en los créditos sólo figura Gibbons, y no lo hizo por ninguna boutade, sino por respetables razones.

Yo no la había escrito pensando en los puntos comunes entre el cine y los cómics, que existen, pero en mi opinión son bastante irrelevantes. La escribí pensando en las cosas que los cómics pueden hacer y que ni el cine ni la literatura pueden.
Es un cómic. No una película, no una novela. Un cómic. Se creó de un modo determinado y se diseñó para leerse de cierta manera: en un sillón, cómodamente ubicado junto a un fuego, con una taza de café caliente.

Zack Synder ignoró estas reflexiones y, junto a sus guionistas, decidió ceñirse a la historieta, en ocasiones parece que incluso se ha utilizado como story-board, realizando una película espesa y repito, en más de una ocasión de su largo metraje, francamente aburrida y poco comprensible para quienes no hayan leído el cómic.

Como explicó el propio Moore: con un cómic, uno puede tomarse el tiempo que quiera para absorber los detalles del escenario, registrando cada pequeña cosa que pueda estar allí. También se puede volver atrás varias páginas con relativa sencillez, para ver donde una imagen determinada se conecta con un diálogo de algunas páginas anteriores. Pero en una película, debido a la naturaleza del medio, se nos arrastra a lo largo de 24 cuadros por segundo.