martes, 25 de agosto de 2009

Ficción y realidad (Javo Rodríguez)

























Para La Real Academia Española, “ficción” es en su tercera acepción: Clase de obras literarias o cinematográficas, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios.
En mi modesta opinión, la definición se queda corta.
Obviamente la ficción se da en obras literarias o cinematográficas, pero también en otros casos, por ejemplo el cómic o los videojuegos. La parte final también me parece objetable, es indudable que la ficción trata de sucesos imaginarios, no tanto de personajes, de hecho la ficción se basa, en muchas ocasiones, en personajes reales pero introducidos en sucesos imaginarios.

Respecto a lo que es la “realidad”, La Real Academia Española, no ha sido capaz de dar una definición que salga de la ambigüedad del termino, en lo que nos interesa, realidad es Verdad, lo que ocurre verdaderamente y “verdaderamente” es Con toda verdad o con verdad, la pescadilla que se muerde la cola.

La ficción siempre comienza por una pregunta. ¿Y si...?

Esta pregunta puede ser de alta cotidianeidad, por ejemplo ¿y si un empleado de banca se enamora de una mujer casada?, una ficción que puede ser posible, es decir: Que puede ser o suceder (RAE)
Pero la ficción también puede ser de baja cotidianidad o, lo que es lo mismo, de alta fantasía, definida fantasía como: Grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce. (RAE), por ejemplo: ¿Y si un extraterrestre llega a la tierra y tiene súper poderes?
Entre ambos extremos existe un campo amplísimo, pero siempre en terreno de la ficción.

Como dije antes la ficción no siempre ha de tratar de de sucesos y personajes imaginarios, los personajes pueden ser reales pero inmersos en en sucesos imaginarios. Julio César fue real, pero el Julio César de Shakespeare es una ficción; Hitler fue real, pero el puñetazo del Capitán América es ficción; Barak Obama es real, pero su encuentro con Spider-man es ficción y, así, en multitud de ocasiones.

Todo lo anterior podría ser una paja mental, pero existe una singular analogía entre los grados de ficción y el predicamento cultural.
La zona cercana a lo cotidiano, la que relata acontecimientos basados en lo ordinario, lo Común, regular y que sucede habitualmente (RAE) suele disfrutar de un mayor prestigio.
En cuanto nos vamos acercando a lo insólito, lo Raro, extraño, desacostumbrado (RAE), el prestigio disminuye; no me refiero sólo a los sucesos, también a su escenario. Una ficción enmarcada en Manhattan tiene más categoría que otra situada en una jungla africana o en la nave de unos astronautas.
Si la obra de ficción pertenece a la fantasía, a la alta fantasía, es bastante improbable que merezca el respeto de la crítica literaria, a no ser que esta crítica considere que la fantasía es una alegoría, Ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente (RAE)

De este modo, la vacua 2001, una odisea del espacio, por su carácter de alegoría, será siempre (para la crítica) una película de más alta estima que El Planeta de los Simios y en cualquier “listado serio” sobre el cine de 1968, el muermo (Persona o cosa tediosa y aburrida. RAE) de Stanley Kubrick estará siempre entre las obras maestras, mientras que la fantástica película de Franklin J. Schaffner no será más que una obra menor.

De forma idéntica sucede con los géneros. Una novela es más respetable que un guión cinematográfico, este lo es más que un guión de cómic, este lo es más que un guión de video-juego..,. y, así, hasta el absurdo final.
Un descabellado criterio que no prima la excelencia de la narración, de la ficción, sino el prestigio del género en que se incluye esta.

Este blog está dedicado, básicamente al cómic, y todo le escrito arriba viene a cuento de la sección “Cómic”, de la imprescindible revista Rolling Stone (# 119, de septiembre de 2009), donde en un artículo, por otra parte interesante y referido a obras igualmente interesantes, su autor, Rafael Alcaraz, escribe que David B. encabeza una corriente de novelas gráficas en la que la ficción se hace a un lado a favor de la realidad pura y dura.
No existe esa realidad pura y dura en el cómic, siempre es una obra de ficción, incluido el trillado Maus (una de las obras –formidable- a las que hace referencia).
Lo que me molesta más es el intento de prestigio para un género, el cómic, que no lo necesita.
Ya se que es algo muy manido, pero cuando leo que el citado Maus es una novela gráfica, algo me atufa, porque no es una novela gráfica, es, nada más y nada menos, que una historieta y no puedo dejar de pensar que la moda de calificar como novela a un cómic es simplemente una forma de envidia de la prestigiosa literatura.
De igual forma me apesta el ansia de obtener reputación apelando a la cruda y pura realidad frente a la fantasía, a lo fingido, a la existencia ideal a lo que realmente no la tiene.

Que nadie me entienda mal, no niego el desalmado holocausto judío que retrata Maus, sólo afirmo que su ficción nos acerca más a la realidad del crimen, precisamente por su condición de ficción, por su emoción que, afortunadamente, nos aleja de su realidad –pura y dura- para mostrarnos el rostro difuso de la verdad.