jueves, 17 de febrero de 2011

El dia mas brillante deja paso a Flashpoint (Cristian Rodríguez)


Despues de La noche mas oscura, la saga en la que Geoff Johns arrasaba con todos los muertos vivientes de los heroes del universo DC, nos ha dejado paso a El dia mas brillante. Como su nombre indica es la propia continuación del lema de Green Lantern: En el dia mas brillante, en la noche mas oscura, ningun mal escapara a nuestra vigia, que los que adoran al mal teman nuestro poder, la luz de Green Lantern.
Tras el final de La noche mas oscura, han resucitado una serie de heroes que llevaban muertos, unos un largo tiempo como el Firestorm original Ronnie Raymond u otros como el Detective Marciano que llevaba poco tiempo muerto (desde Crisis Final). Esta serie de renacimientos puede parecer un cachondeo en DC porque en los ultimos tiempos ha muerto y resucitado casi la mayoria de heroes y villanos, pero Geoff Johns nos ha dado una explicación argumental para todo esto, y la promesa de que esto va a cambiar a partir de ahora, asi que vamos a tomarle la palabra.




De momento la serie está muy interesante, esta vez con los guiones de Geoff Johns y Peter J. Tomasi (Green Lantern Corps) y no sólo de Johns como en La noche mas oscura. El guionista Peter J. Tomasi me está sorprendiendo al igual que lo hace siempre el sr. Geoff, con los guiones para Green Lantern Corps. El dia mas brillante se centra en el motivo oculto por el cual han resucitado 12 heroes y villanos, que de momento (al menos en España) no se sabe. Siendo fan de heroes como el Detective Marciano, Firestorm o el villano Profesor Zoom de Flash la serie me está siendo muy interesante, mucho mas que la serie 52, que aunque esta era semanal (52), El dia mas brillante es bimensual, pero los personajes de esta (Detective Marciano, Green Lantern, Aquaman, Deadman, Firestorm, Profesor Zoom, Hawkman,...) me parecen mas atractivos que los de 52 (The Question, Starfire, Animal Man, Booster Gold, Black Adam,...)


El dia mas brillante (Brightest Day en USA) sigue saliendo ahora en USA y su fin está cerca para dar paso a la nueva saga que moverá todo el universo DC: Flashpoint.

Flashpoint pone en la cabecera de todo DC a mi superheroe favorito: Flash. Con las sagas de La noche mas oscura y El dia mas brillante finalizadas, Geoff Johns ha orquestado una saga que remueve todo el universo DC de manera que parece que alguien ha alterado el pasado para hacer que muchos heroes no existan o variar totalmente la historia. De antemano puede parecer un Elseworlds (una historia independiente que no tiene que ver con la cronologia actual del personaje y que suele alterar todo tipo de acontecimientos y/o origenes) pero como lo escribe Geoff Johns estoy seguro que será mucho mas. Todavia no me ha decepcionado Geoff Johns, todo lo contrario, no para de sorprenderme en cada comic. Tengo la gran suerte de que mi autor favorito de comics (junto con Frank Miller) tenga como superheroe favorito al mio: Flash.

Las intenciones de Johns son poner a Flash en un lugar tan alto como lo está ahora mismo Green Lantern, si es así puedo decir que podré morir tranquilo despues de esto.


En Mayo del 2011 saldrá el numero 0 de Flashpoint para salir luego el numero 1 en Julio. Aparte de la serie principal se publicarán una serie de especiales como ha pasado con La noche mas oscura centrados en los heroes y villanos. Todavia es muy pronto para hablar de Flashpoint, pero espero que ponga a Flash en un lugar muy importante dentro de DC.

Y luego vendran las peliculas de Green Lantern (2011) y de Flash (2012), asi que aun nos quedan anillos verdes y con un rayo para rato.

miércoles, 16 de febrero de 2011

De ficciones, ideologías y violencias (Javo Rodríguez)

Para la Real Academia Española, “ficción” es en su tercera acepción clase de obras literarias o cinematográficas, generalmente narrativas, que tratan de sucesos y personajes imaginarios.
En mi modesta opinión, la definición se queda corta.
Obviamente la ficción se da en obras literarias o cinematográficas, pero también en otros casos, por ejemplo el cómic o los videojuegos.
La parte final también me parece objetable, es indudable que la ficción trata de sucesos imaginarios, no tanto de personajes, de hecho la ficción se basa, en muchas ocasiones, en personajes reales pero introducidos en sucesos imaginarios o viceversa, de personajes ficticios en sucesos reales.

La ficción siempre comienza por una pregunta. ¿Y si...?

Esta pregunta puede ser de alta cotidianeidad, por ejemplo, ¿y si un empleado de banca se enamorase de una mujer casada?, una ficción que puede ser posible, es decir que puede ser o suceder (DRAE)
Pero la ficción también puede ser de baja o nula cotidianidad o, lo que es lo mismo, de alta fantasía, definida fantasía como grado superior de la imaginación; la imaginación en cuanto inventa o produce (DRAE), por ejemplo: ¿Y si un extraterrestre llegase a la tierra y tuviese súper poderes?
Entre ambos extremos existe un campo amplísimo, pero siempre en terreno de la ficción.

Como dije antes la ficción no siempre ha de tratar de sucesos y personajes imaginarios. Los personajes pueden ser reales pero inmersos en sucesos imaginarios. Julio César fue real, pero el Julio César de Shakespeare es una ficción; Hitler fue real, pero el puñetazo del Capitán América es ficción; Barak Obama es real, pero su encuentro con Spider-man es ficción y, así, en multitud de ocasiones. Del mismo modo, la III Guerra Mundial fue real pero las historietas de Hazañas Bélicas son ficción; la proclamación del estado de Israel fue real, pero Café Budapest es ficción.

Todo lo anterior podría ser una paja mental, pero existe una singular analogía entre los grados de ficción y el predicamento cultural.
La zona cercana a lo cotidiano, la que relata acontecimientos basados en lo ordinario, lo común, regular y que sucede habitualmente (DRAE) suele disfrutar de un mayor prestigio.
En cuanto nos vamos acercando a lo insólito, lo raro, extraño, desacostumbrado (DRAE), el prestigio disminuye; no me refiero sólo a los sucesos, también a su escenario. Una ficción enmarcada en París tiene más categoría que otra situada en una jungla africana o en la nave de unos astronautas.
Si la obra de ficción pertenece a la fantasía, a la alta fantasía, es bastante improbable que merezca el respeto de la crítica, a no ser que esta crítica considere que la fantasía es una alegoría, ficción en virtud de la cual algo representa o significa otra cosa diferente (DRAE)

De este modo, la vacua 2001, una odisea del espacio, por su carácter de alegoría, será siempre (para la crítica) una película de más alta estima que El Planeta de los Simios y en cualquier “listado serio” sobre el cine de 1968, el muermo (cosa tediosa y aburrida. DRAE) de Stanley Kubrick estará siempre entre las obras maestras, mientras que la fantástica película de Franklin J. Schaffner no será más que una obra menor.

De forma idéntica sucede con los géneros. Una novela es más respetable que un guión cinematográfico, este lo es más que un guión de cómic, este lo es más que un guión de video-juego..,. y, así, hasta el absurdo final.
Un descabellado criterio que no prima la excelencia de la narración, de la ficción, sino el prestigio del medio o el género en que se incluye esta.

Para mi la ficción es una amiga y como a cualquiera de mis amigos, les quiero porque me gustan, independientemente de su ideología. ¿O es que sólo se pueden tener amigos que piensen como tu? Vaya idiotez y aburrimiento.
A la ficción la amo porque me gusta, sin molestas interferencias censoras que pretenden "aclararme", que The Punisher, por poner un ejemplo, es fascistoide porque se sitúa "por encima de la Ley” ignorando que no solamente los personajes de los mundos de superhéroes sino TODOS los héroes de ficción están por encima de las leyes del Derecho y –en ocasiones- de la las leyes físicas.
Ahí reside su encanto, los héroes no dejan de ser justicieros y vengadores que se permiten saltarse las leyes –insisto, morales y físicas- para satisfacernos dando una buena paliza a los malos, del simpático y progresista Capitán Trueno al antipático y vengativo Punisher.
Sólo los bobos de solemnidad confunden ficción y realidad. Sólo un gilipollas integral puede afirmar que si disfrutas con los héroes que se saltan las leyes gozaras con policías o vengadores que se sitúen por encima de las leyes en el mundo real.
Este tipo de memos practica sus censuras bajo el manto de diferentes religiones. cristianismo, islamismo, judaísmo, marxismo, psicologismo, feminismo, o protección a la infancia son los paraguas (algunos) sobre los que censores de todo pelo han tratado y tratan de censurar la ficción.
Es curioso como Batman y Superman (sirvan como ejemplo los dos iconos de DC) han tratado de ser censurados, algo que en algunas ocasiones se ha conseguido, desde distintos campos ideológicos.
En USA, el psicólogo Fredric Wertham trató de acabar con los cómics al considerarlos responsables de la supuesta delincuencia juvenil y de nefastas influencias sobre la moral de los jóvenes ya que ¡Batman y Robín eran una clara pareja de homosexuales!. En España, Fraga prohibió a Batman y Superman ¡para que los jóvenes no los confundiesen con los ángeles!, por lo visto los únicos seres capaces de sus proezas. En Francia el Partido Comunista, apoyado por Jean Paul Sartre, quiso prohibir a los superhéroes como representantes de la nefasta política de los USA. Lo mismo hicieron en su momento Mussolini o Fidel Castro. Hace menos de dos años que una progre e indocumentada artista publicaba en el diario Público que [el superhéroe] “encarna la búsqueda permanente de coherencia, lo cual le convierte en un estúpido o en un fascista”. (¡?).
La sarta de tonterías y simplezas sería interminable aunque siempre con una coartada basada en que, como mentes preclaras, asumen el derecho, eso si, por nuestro propio bien, de decirnos que podemos o no podemos leer o ver, con que ficción debemos o no disfrutar. ¡Que les den!
El franquismo pretendió, como todas las dictaduras pretenden, imponer su moral –sexual, religiosa, política- como el factor fundamental de la ficción, si sale una teta, un cura pederasta o un ministro corrupto la ficción es mala y ha de ser negada a los ciudadanos. Ahora la censura es más sutil, si se traspasa el límite (cada vez más estrecho) de lo políticamente correcto (no ya sólo en los terrenos anteriores sino añadiendo la salud, la ecología, el feminismo, etc.) hay que censurar a la ficción. ¡Que les den!.

¿Estoy negando con esto que la ficción rezume ideología? Por supuesto que no. De El Guerrero del Antifaz a Paracuellos, de Superman al Mediador, los cómics están cargados de ideologías muy diferentes, como todas las ficciones ¿y qué?. Ya somos mayorcitos para saber de que pie cojean Manuel Gago, Jerry Siegel, Carlos Giménez o Joe Sacco y sus historietas y para saber que son casos muy diferentes de historietistas. Gago fue un hombre sin un gran bagaje cultural, hijo de perdedores de la guerra civil, en el asfixiante ambiente de los años 40 en España, muy influido por el folletín y de ideas más bien conservadoras, pero ¿vamos a negar por eso que fue un gran historietista?. No voy a entrar en las curiosas y bien conocidas connotaciones judías de Jerry Siegel y su Superman, creo que en este caso, el personaje es más importante que su creador porque, como también es sabido, en la industria del comic-book estadounidense los personajes son franquicias y la ideología de Siegel no es la misma que la de Mark Millar, pero Superman es uno de los grandes personajes del cómic. Carlos Giménez y Joe Sacco son un caso diferente, sus creaciones suelen tener un definido contexto político y social que las aleja de la fantasía pura, pero sus ficciones son excelentes, por encima de su ideología.
No niego las ideologías, no soy un pasota, tengo la mía que no viene al caso, pero si niego que la ideología sea el factor determinante para juzgar una ficción. No le negamos valor a Metropolis por estar escrita por una guionista tendente al nazismo, como no le negamos valor a Tiempos Modernos por estar creada por un autor tendente al progresismo. Ambas son obras maestras de la ficción de su tiempo.

Dejando de lado el (pesado) debate de las ideologías, alguno de mis amigos se ha extrañado en más de una ocasión de mi afición por los cómics (algunos) que están cargados de violencia o gore. La respuesta es siempre la misma: a ver si os enteráis de que ¡es ficción!, y en la ficción, la violencia, lo brutal, lo políticamente incorrecto, es excitante para la mente, humaniza.
Del Titus Andronico de Shakespeare, pasando por el Marques de Sade y terminado en Ranxerox o La Broma Asesina, por poner algunos ejemplos, la violencia se ha erigido como catarsis para muchos lectores que, desde luego no son (somos) sicópatas.
Sólo los memos de tomo y lomo pueden pensar que si te gusta la violencia en la ficción eres partidario de la dialéctica de los puños y las pistolas en el mundo real.
Es al reflejo del mundo real en la violencia al que tengo miedo. Me asustan la Gestapo, Guantánamo, las multitudes histéricas y manipuladas, la razón de Estado, la Semana Santa, los discursos de Mahmud Ahmadineyad... muchas cosas del pasado y del presente, pero la ¿¡la ficción!?
En alguna de las ediciones del salón del Cómic de Granada, las "autoridades" trataron de impedir la "violencia y las armas" de los asistentes. Por asistentes se referían los otakus y sus katanas de cartón y papel de plata o a cualquier otro friky portador de armas. ¿Violentos?, por favor, si constituyen el grupo más pacifico de jóvenes que te puedes encontrar. Si las autoridades quieren ver jóvenes violentos que observen el comportamiento de los piquetes informativos o de los grupos nacionalistas y de ultraderecha en fútbol.

viernes, 11 de febrero de 2011

Renumeraciones lógicas (no todas) (Iván Rodríguez)

Que los números uno venden es un hecho comprobado (y sobre explotado) innegable, y Marvel lleva décadas mamando de esa teta. En ocasiones los lectores se han cansado e incluso le han dado la espalda a la editorial.



Actualmente la política de Marvel consiste en retomar las numeraciones de las primeras cabeceras, de esta forma han visto la luz el número 500 de la colección original de los Vengadores o el 600 del Capi.

Conclusión: los números redondos también tienen tirón.

Pues nada, ahora llega el tocapelotas de Bendis (con todos mis respetos) y Marvel saca el número uno de los Vengadores. Hablo por ahora de numeración yanqui, a la española le daré un repaso más tarde.

Bendis estuvo en el jaleo de volver a la numeración original de los Vengadores ¡PARA CANCELAR LA SERIE TRAS CUATRO PUÑETERAS ENTREGAS!
El resultado: comenzar una de las mejores y más vendidas series de todos los tiempos, Nuevos Vengadores.

Nuevos Vengadores ha sido la piedra angular del complejo arco que comenzó en 2004
con Desunidos y que finaliza con Asedio, pasando por las ya míticas Dinastía de M y Civil War (me perdonáis los cambios español / inglés, escribo como hablo).

Ahora Bendis nos cuenta que ha comenzado una nueva era y esto exige números uno. Hasta aquí completamente de acuerdo, pero ¿qué pasará cuando esta nueva colección de los Vengadores lleve noventaypico números? ¿retomará Marvel el 600?





Más cosas, se cancelan Poderosos y Oscuros Vengadores, pero tenemos Secretos y ¡NUEVOS! Aquí comienza la tocada de pelotas, se cancela una serie para a los dos meses retomarla con un nuevo número uno y “un nuevo planteamiento”.

Bueno, para los lectores españoles esto es nuevo (ya se que no para todos) pero en los estates pasó hace un año y parece que la maquinaria Bendis sigue funcionando, arcos larguísimos, entretenimiento sin demasiados alardes pero que engancha, y, no muy a menudo pero sí con cierta regularidad, genialidades imprescindibles (leed Oscuros).


Se que en nuestro país hay mucho lector de Previews y friky de los
spoilers en la web, pero a muchos esto les a pillado a traición, y más cuando a Panini no se le ocurre otra cosa que rerrerrerrenumerar el Capitán América y Iron Man para inflar de números uno las librerías y jodernos la vida a los que nos volvemos locos intentandorelacionar numeraciones españolas y yanquis. Al menos Panini tiene la decencia de apuntar de forma muy correcta cuales son los números yanquis que corresponden a la edición española, atrás quedaron los tiempos de Forum (Planeta), y puesto que no se suele seguir la numeración original (por incluir especiales y one-shot) no debe afectarnos más que el leve mareo.




Mesa Redonda sobre Café Budapest de Alfonso Zapico

En respuesta al anterior post, Alfonso Zapico nos remite un interesante escrito que agradedemos mucho y reproducimos con su autorización.

Hola Javo,

Soy Alfonso Zapico, el autor de Café Budapest. He leído tus impresiones acerca de la mesa redonda en Casa Sefarad, a la que como habrás visto no he podido asistir. Vivo en Francia y no dispongo de mucha movilidad geográfica últimamente, por el trabajo y estas cosas. Antes que nada me gustaría darte las gracias por tu reseña del acto en internet, por tu interés y tu iniciativa, y me gustaría responderte vía mail esas dos cuestiones que me habrías planteado si hubiera estado en Madrid.

1.- El formato en B/N. Pues mira, aquí se dan un cúmulo de curiosidades. Bertenev en su origen estaba planteado como una novela gráfica en B/N, pero finalmente fue editado en Francia y este mercado demanda color y formato grande, de álbum tradiconal franco-belga, así que hubo que hacer cambios al inicio de la historia. Luego Café Budapest estaba enfocado a continuar con esa línea de álbum, pero finalmente salió en España en 2008 y lo adaptamos al formato "novela gráfica", en B/N, tamaño 17x21... Los dos álbumes han salido en el formato contrario al que estaban predestinados, pero pienso que los dos han ganado con el cambio. El último que estoy terminando saldrá en abril en aguada de grises, y el próximo ya será a todo color, así que si te animas a leer los próximos podrás valorar la variedad de estilos.

2.- La resolución truculenta del trauma de la madre: realmente no he querido recrearme con los desmanes del Holocausto. Todo tiene una parte metafórica en el álbum; por ejemplo, al final del libro Yosef da doble vuelta de llave a un candado en la puerta principal del café, pero en la última página los obuses han reducido el edificio a cenizas. ¿De qué sirve entonces cerrar con llave? Esto ilustra un poco la resistencia de la sociedad civil a abandonar su arraigo y su identidad en medio de un conflicto, aún sabiendo que un candado metálico no detendrá un torrente de violencia. Justo antes de esto la pequeña comunidad del café (bueno, lo que queda de ella), prepara un café, pero no es café, es una última taza de ese ambiente silenciosamente alegre, cálido y confiado que se percibe en las viejas cocinas de las grandes familias. Igual que el café, en tiempos de conflicto nunca se sabe cuando se podrá volver a disfrutar de una taza de nuevo.

Cuando estaba trabajando en el guión de Café Budapest (2007-2008, no recuerdo) realicé un pequeño libro ilustrado destinado como material extra-escolar a las escuelas y colegios de España con el motivo del aniversario de la Shoá. Una historia típica, una familia polaca de libreros judíos que acaban en un campo de concentración. Este libro era de tono muy näif, pero me gusta cuidar la documentación, y leí testimonios, vi fotografías y cuidé cada detalle, hasta el punto de que me afectó anímicamente la digestión de tanta tragedia.
Después de finalizar todo aquello y ya metido en faena con Café Budapest, salió esta historia de Shprintza, la madre de Yechezkel. Olvidémonos de detalles truculentos. Te invito a pensar sobre mi perspectiva de la tragedia: una parte de los protagonistas de aquella historia desaparecieron en los campos, se esfumaron. Otra parte, los que regresararon, vivieron después con el estigma de la supervivencia, divididos entre el sentimiento de culpa y la necesidad de salir adelante. Sienten que no hay futuro para ellos, pero quieren un porvenir para los suyos. Aquí está la tercera parte, la siguiente generación que representa Yechezkel. Lo que quiero decir es que Shprintza devoró a su marido de la misma forma en que se devoró a si misma. Es un sentimiento erróneo, porque la identidad de los culpables es evidente, pero es un sentimiento real y que afecta a este personaje como afectó a muchos otros más reales, sin duda.

Que hubo canibalismo en los campos de concentración es algo real y constatado, como lo son las incontables tropelías cometidas por los nazis. En esto punto mi imaginación se quedaría corta en comparación con la Historia. Personalmente no pienso que esta parte de Café Budapest dé alas al Revisionismo. Café Budapest no es una historia documental, ni siquiera va por los mismos caminos que el Maus de Spiegelman, en el sentido de que él plantea una biografía familiar con personajes reales y yo planteo un contexto histórico de fondo con personajes imaginarios. Café Budapest tiene su propio valor y su propia lectura, el novizago entre Yechezkel y Yaiza hubiera sido muy improbable en aquella época, y el propio personaje de la joven árabe es pura ficción, pero forman parte de la metáfora, del mensaje y del sentido de la historia.
Y no olvidemos que Café Budapest no habla del Holocausto, sino que habla del origen de un conflicto diferente en un lugar del mundo diferente.
De hecho, el interés que ha suscitado el álbum es tan pintoresco que a primeros de abril estaré en Polonia, en el Salón de Cómic de Varsovia presentando a su hermano gemelo traducido al polaco, Cafe Budapeszt. Es Polonia un país con un enorme poso de historia y cultura judías, y tengo una enorme curiosidad por conocer qué les ha interesado del libro.

Después de esta interminable explicación, que no sé si te habrá aclarado algo (porque a veces me explico muy mal, y gracias que lo estoy escribiendo porque me disperso aún más hablando), tengo que darte las gracias por el interés en el libro y en lo que plantea, por la reseña de la Mesa Redonda y por haberte acercado a la lectura de Café Budapest y La guerra del profesor Bertenev.
He disfrutado mucho leyendo tu post y no podía dejar de escribirte un mail para contarte mi punto de vista sobre la historia y explicarte los entresijos del formato de estos dos álbumes. Espero no haber sido demasiado pesado, y te mando un abrazo muy fuerte y te animo a que te leas el próximo, que, como te dije, verá la luz en abril, justo antes del Saló de Barcelona.
Enhorabuena por la Kioscopedia, que es una web fantástica de obligada consulta, y por el blog, más de lo mismo en versión blogspot.

Muchas gracias de nuevo por la atención, Javo, hasta pronto

Alfonso Zapico

jueves, 10 de febrero de 2011

Mesa Redonda sobre Café Budapest de Alfonso Zapico (Javo Rodríguez)

Carlos García Romeral, Esther Bendahan y Emilio Gonzalo

Tras el encuentro con James O'Barr salí corriendo hacía una mesa redonda sobre Café Budapest de Alfonso Zapico que se celebraba en la Casa Sefarad, con una idea (una vez más) equivocada. Para empezar patiné en el número donde esta situado el Palacio Cañete, sede de la Casa Sefarad -pido disculpas por el error en Kioscopedia- con lo que llegue 10 minutos tarde, encontrándome con que Zapico no estaba en la mesa, compuesta por Carlos García-Romeral (bibliotecario de la CAM), Esther Bendahan (moderadora) y Emilio Gonzalo (director de Expocomic). ¿Donde estaba Zapico?: en mi imaginación.
Una vez repuesto de la carrera y de mis errores, atendí a los interesantes comentarios de los tertulianos, dado que muchos de ellos se referían a los tebeos en general, dejo mis reflexiones para la entrevista a Emilio Gonzalo que este blog publicara la semana que viene.
Tenía dos preguntas concretas para Zapico, la primera se refería al uso del blanco y negro. No sabía si era una elección del autor o una necesidad económica. Por una entrevista en Internet supe que era una opción artística. Elección que no comparto, el color de La Guerra del Profesor Bertenev me gustó y me pareció que potenciaba sus dibujos, pero es la opción del artista y poco más hay que decir.
La otra pregunta era referente al guión, dentro del tono cotidiano y realista de Café Budapest me había llamado mucho la atención (¡ojo, si no has leído el cómic es un spoiler!) la resolución truculenta del trauma de la madre de Chaskel -el protagonista- basada en el canibalismo. Así lo plantee a la mesa, siendo respondido por Esther Bendahan: "Yo creo que en este caso es una apuesta del autor por encontrar algo que suscite esa respuesta que tiene usted pero en si mismo el propio nazismo no necesita más respuesta. En este caso es una elección del autor". La moderadora me dio explicaciones de las inhumanidades nazis y el holocausto y, me pareció entender que, de alguna forma, afirmaba que era un elemento que era necesario en un época en que los lectores no tienen ideas demasiado claras a cerca del holocausto.
Aquí hay que hay que ser claro y tomar posición, la persecución, los campos, las cámaras de gas, el exterminio sistemático y cruel de un pueblo-en este caso el judío- me parece uno de los hechos más aberrantes, inhumanos y tristes cometidos en el siglo XX y me repugna el revisionismo o negacionismo de Paul Rassinier y seguidores. Pero me pregunto si licencias como la que hablamos son positivas y no dan alas a ese revisionismo.
Obviamente es una licencia "comiquera", de ficción, pero no es una ficción pura, sino rodeada de un contexto histórico.
Personalmente me produce mucho más espanto una imagen de Hitler jugando afablemente con niños que las imágenes de sus histéricos discursos. Lo que me aterra de Hitler y los nazis es que son humanos, no diablos de guardarropía. Es su humanidad lo que me causa pavor.
Café Budapest me lleva -perdón por el tópico- a la sobada y genial Maus, aunque no sea más que por su temática y contexto.
La obra de Art Spiegelman se quedó grabada en mi mente por las viñetas en que retrata a su padre, en el asfixiante vagón que le traslada al campo, allí, situado en la parte superior tiene acceso al hielo que se forma y que puede saciar la sed de sus compañeros de cautiverio. Cuando estos le piden un trozo de hielo, el padre negocia comida por los carámbanos. Son unas viñetas terribles por su humanidad y que provocan la compasión por los que sufren.

martes, 8 de febrero de 2011

James O'Barr en El Mono Araña (Javo Rodríguez)

Carlos Moreno y James O'Barr

Abierta hace poco más de un año y con una estupenda presencia en dos plantas, El Mono Araña (www.xn--elmono-araa-beb.com/tienda/catalog/) es una librería madrileña (C/ Peñuelas, 14.) donde junto a cómics se puede encontrar, ilustración, juegos, originales y que, de vez en cuando organiza algún evento.
En colaboración con el Festival Gótico y de Terror de Málaga, el Mono Araña nos ha permitido tener la suerte de poder conocer a James O'Barr, autor de The Crow entre otras cosas.
Acudí con dos ideas preconcebidas que pronto se vieron desmentidas. La primera es que pensé que tenía que llegar con tiempo pues lo aficionados se amontonarían frente a la puerta del local haciendo cola, nada más lejos de la realidad, éramos pocos, muy pocos. Debo vivir en otro mundo. La segunda era que, sabiendo la trágica historia personal del autor, de alguna forma reflejada en las negras y tenebrosas historietas de The Crow, me iba a encontrar con un O'Barr oscuro y circunspecto, de nuevo nada más lejos de la realidad, James O'Barr es un tipo cercano, abierto y simpático que rápidamente establece un contacto sincero con sus admiradores.
Confiesa que el café y el tabaco son sus únicos vicios, aunque su permiso para fumar le es denegado por la puta ley antifumadores.
Apasionado de su trabajo -"haría cómics aunque no me pagasen"- quiere mostrarnos en que está ahora, Sundown, un western gótico cuyo adelanto podéis ver en www.motionworkscomics.com/ y que tiene muy buena pinta.
O'Barr es completamente autodidacta: "Aprendía a leer con los cómics. Me gustaban Eerie, Creepy y, más tarde, los comic-books de monstruos publicados por la Marvel. No he recibido una lección de dibujo en mi vida. Intenté entrar en la Escuela de Artes de Detroit, pero me rechazaron".
Aunque el tema de The Crow ya le queda lejano y parece un tanto cansado de hablar sobre él acepta que es inevitable. Confiesa que la primera adaptación cinematográfica y la interpretación de Brandon Lee le cambiaron la visión del personaje. "El film se realizó con tan sólo 10 millones de dólares y cuando conocí a Brandom pensé que era el tío más guapo que había visto nunca. No soy gay, pero así me pareció hasta que le vi maquillado". O'Barr quedó contento con la adaptación, cosa que no sucede con las secuelas y serie de tv. "Pero tengo los derechos y me pagan, así que bien".
También se explayó sobre su visión de Batman, un tratamiento de 30 páginas, ambientado en los años 40 y bastante tenebroso, con un Bruce Wayne con un mapa de cicatrices sobre su cara y un vestuario mucho más cutre de los habitual. "A DC le pareció que era un Batman que daba miedo y el proyecto se paró, aunque algunas de mis ideas has sido plasmadas en cómics posteriores".
Mientras me firmaba un ejemplar de The Crow y un magnifico póster, tenía a su lado una edición de Jordi Bernet, "uno de los autores que más admiro".