Santiago Valenzuela ha ganado el Premio Nacional del Cómic de España en su edición de 2011. No he leído Plaza Elíptica, el título por el que ha sido premiado Valenzuela, tan sólo lo conozco por referencias, así que poco tengo que decir sobre él. Lo que si parece claro es que Plaza Elíptica se ajusta a la línea editorial que el premio ha mantenido desde su primera edición. Hechos, dichos, ocurrencias y andanzas de Bardín el Superrealista de Max en 2007, Arrugas de Paco Roca en 2008, Las serpientes ciegas de Felipe Hernández Cava y Bartolomé Seguí en 2009 y El Arte de Volar de Antonio Altarriba y Kim el pasado año. Nada que objetar a la lista de premiados. Son títulos y autores muy diferentes. Personalmente aprecio alguno de ellos y forman parte de mi biblioteca pero no deja de preocuparme el hecho de que se ajusten a una línea editorial, a una política editorial, algo que no me parece lo más apropiado para un premio nacional.
Hace años que no soy capaz de pasar de la tercera página de los álbumes de Mortadelo y Filemón. Pero Ibáñez es mucho Ibáñez y, en el hipotético caso de que publicase un álbum estupendo, ¿tendría cabida en los premios nacionales? Creo que no, no se ajusta a su política.
Las tiras de Silvio José, el buen parásito de Paco Alcázar ¿tendrían oportunidad de ser premiadas? Creo que no, tampoco se ajustan.
Cualquier álbum de Blacksad de Juan Díaz canales y Juanjo Guarnido ¿gozarían de alguna oportunidad' Está claro que no.
Son sólo tres ejemplos que ilustran una situación que me preocupa y que me hace mirar hacía el Premio Nacional del Cómic de España con cierta indiferencia.
P.D. quedó en el tintero (que raro suena esto escribiendo en computadora) la última entrega de las jornadas de Mapfre, tan interesante como las cuatro anteriores, pero un viaje a Buenos Aires y otras obligaciones fueron retrasando su publicación. Ha pasado ya mucho tiempo para un blog, así que dormirá en el limbo.
lunes, 14 de noviembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)