sábado, 15 de mayo de 2010

Un grande con cara difícil (Javo Rodríguez)

Creo que la primera vez que contemple su simiescos rasgos fue en la película En busca del fuego (Jean-Jacques Annaud, 1981), obviamente no sabía que era él, a su singular rostro se añadía un maquillaje que le convertía en Amoukar, el perfecto hombre de las cavernas.
Sus facciones se me quedaron grabadas, años después, en El nombre de la Rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986), en la estupenda película, rodeado de un plantel de actores excelentes, con Sean Connery -otro grande- a la cabeza, lograba sobresalir interpretando a Salvatore, el monje, corto de luces, salvajemente torturado por el inquisidor Bernardo Gui brillantemente encarnado por F. Murray Abraham.
A pesar de que ya tenía su rostro grabado, no fui capaz de reconocerle en La Bella y la Bestia (1987), la serie de tv, donde, ya como protagonista, encarnaba a Vincent, la Bestia, junto a Linda "Sarah Connor" Hamilton. En mi descargo diré que aparecía cubierto por un maquillaje que casi era una máscara y que la serie, pese a ser alabada por público y crítica nunca me llegó a enganchar.
Con La ciudad de los Niños Perdidos (Marc Caro y Jean-Pierre Jeunet, 1995) volví a recuperar su jeta, pero todavía no le ponía un nombre. Pensaba que era un actor francés cuyo trabajo era, al menos llamativo, pero sin nombre.
Lo mismo me seguía sucediendo dos años después con Alien: Resurrección (Jean-Pierre Jeunet, 1997).
Al poco, completando la filmografía del Príncipe Valiente, me hice con la decepciónate versión de las historietas de Hal Foster rodada por Anthony Hickox. Y entonces se hizo la luz, aquel rostro difícil tenía un nombre: Ron Perlman. En Prince Valiant (1997) destacaba interpretando al salvaje Boltar, un personaje que Victor McLaglen ya había bordado en la versión de 1954.
Luego llegarían sus dos interpretaciones de Hellboy, el personal cómic de Mike Mignola, cuyo rostro ya ha quedado asimilado al de Perlman en Hellboy (Guillermo del Toro, 2004) y Hellboy II: The Golden Army (Guillermo del Toro, 2008).
En contra de lo que pensaba, Ron Perlman no era galo, sino neoyorquino; nacido el 13 de abril de 1950, en esa isla maravillosa, patria chica de los comic-books y los superhéroes, llamada, Manhattan.
Además de los trabajos citados Perlman ha participado en una cantidad enorme de películas y series relacionadas con los cómics, la fantasía, el terror o la ciencia ficción, realmente impresionante.
En el cine hemos verle en Cronos (1993), The Island of Dr. Moreau (1996), Blade II (2002), Star Trek: Nemesis (2002), Absolon (2003)...
En la tv y los videos, en Sonámbulos (como el Capitán Soames, 1992), Los inmortales (1992), The Cisco Kid (como el Lt. Col. Delacroix, 1994)...
Su poderosa voz ha doblado a Matt Hagen / Clayface (Batman, 1992; The New Batman Adventures, 1997; Batman: Rise of Sin Tzu, 2003 y Justice League, 2003), a Hulk / Robert Bruce Banner (The Fantastic Four, 1995 y Iron Man, 1995), Kurtis Stryker (Mortal Kombat: Defenders of the Realm, 1996), Jax-Ur (Superman, 1997), Nikolas Rokoff (The Legend of Tarzan, 2001), Slade (Teen Titans, 2003), Orion (Justice League, 2003), Helboy (Hellboy Animated: Sword of Storms, 2006, Hellboy Animated: Iron Shoes, 2007, Hellboy Animated: Blood and Iron, 2007), Killer Croc (The Batman, 2008), Gha Nachkt (Star wars: The Clone Wars, 2008)...
La lista no es completa y a ella habría que añadir sus doblajes de diferentes videojuegos basados en superhéroes o sus anunciadas colaboraciones en el proximo film de Conan o la serie de dibus sobre el mismo personaje.
Pero si Ron Perlman me ha venido a la cabeza no es por obra anterior, sino por su destacable trabajo como el despiadado Clay Morrow en Sons of Anarchy.
Gracias a mi proveedor habitual, Iván, me he encontrado con las vidas de este grupo de moteros y el enganche ha sido total, algo que no me sucedía desde hace tiempo con una serie de acción. Los guiones, donde se combinan, junto a la acción -que no obvia los elementos más bestias-, el drama, la corrupción política, la mafia, son excelentes y, de momento, van a más.
El reparto, inmejorable.
Para no perdérsela.