Este post sigue el hilo De adultos, niños y otras zarandajas
Estoy leyendo un libro muy interesante (La desaparición de la niñez, de Neil Postman) que, entre otras cuestiones, aborda la evolución de nuestra sociedad como consecuencia del desarrollo de la comunicación eléctrica, a partir de la invención del telégrafo, y de lo que se ha denominado revolución gráfica. La hipótesis básica es que la imagen ha sustituido en gran medida a la expresión lingüística (“la cosa” que representa la imagen ha venido a sustituir al “concepto” que representa la palabra) lo que para el autor supone una regresión cognitiva. Lo anterior –dicho de forma resumidísima- vendría a significar que la información actual, más basada en el soporte de la imagen, está menos sujeta a un análisis lógico o de evidencia, lo que la hace menos refutable (y más poderosa, digo yo). Así, una imagen puede ser valorada emocional o estéticamente pero nunca de la forma en que puede ser analizado, y criticado, un discurso elaborado sobre una idea.
La imagen parece ser un soporte informativo más primigenio y menos exigente para su receptor, al contrario que la información que transmite el lenguaje escrito, que exige del lector determinadas competencias para su adecuada interpretación, lo que conlleva un largo aprendizaje previo. Nada impide por ello asociar la comunicación más gráfica al mundo de los niños y en general al de las personas menos curtidas en el hábito de la lectura (aquí ya no es cuestión de edad -os recuerdo las ya olvidadas fotonovelas gráficas-). Pero también lo gráfico es importante cuando se trata de transmitir emociones, y obviamente la combinación de texto y dibujos que proporciona el cómic es harina de otro costal. La pregunta aquí es si las circunstancias comentadas sobre lo gráfico son razón suficiente para que la información sobre los cómics adolezca de la imprecisión que comentáis.
jueves, 9 de junio de 2011
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