
Afortunadamente me equivoqué. Desde las primera imágenes me encontré con una historia divertida que, sin olvidar los aspectos más sórdidos, retrataba con cariño y respeto a un gran autor de historietas y donde Óscar Aibar conseguía una interpretación contenida de Santiago Segura quien encarnaba a Vázquez y no a Torrente.
Merecedora de un mayor presupuesto, la recreación de la Barcelona de la época, la acción comienza en 1964, logra trasladarte a aquellos tiempos en los que Vázquez creaba historietas y portadas para la contradictoria Bruguera. Contradictoria pues combinaba criminales contratos con sus artistas, basándose por el forro su derechos, con un paternalismo que salvó de la miseria a muchos de sus empleados perdedores de la Guerra Civil, no en vano Francisco Bruguera había sido oficial del ejército republicano y llegó a pasar por un campo de concentración.

Aunque principalmente conocido por Las hermanas Gilda o Anacleto, agente secreto yo buscaba siempre las historietas de La familia Cebolleta, La familia Chrumbel y Ángel Siseñor, obviamente sin saber que eran de Vázquez. Sólo mucho más tarde conocí, a través de Los Cuentos de Tío Vázquez, a aquel autor capaz de pasar del DDT al Papus o a Makoki, anarquista de vocación, estafador y sinvergüenza, cualificado para hacer creer -y recibir dinero varias veces- por la muerte de su padre, para tener varias mujeres o para visitar la cárcel en más de una ocasión.
El director Óscar Aibar conoció a Vázquez cuando ambos colaboraban en Makoki, Aibar, guionista en tebeos como Zona84, Totem, El Víbora, Cimoc, Cairo... retrata a su admirado Vázquez sin caer nunca en la hagiografía pero con un cariño que logra emocionar en más de una secuencia.
Sin llegar a ser una obra redonda El gran Vázquez es una película muy estimable, honrada y que cumple sus objetivos haciendo pasar un buen rato. El retrato de un gran historietista, imprescindible para los amantes de Vázquez y del tebeo.
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