miércoles, 9 de junio de 2010

Kick-Ass, cómic y peli (Javo Rodríguez)

Vaya por delante que me gusta mucho Mark Millar, uno de los guionistas británicos de cómics que ha logrado la difícil tarea de renovar los cómics de superhéroes, entre otras cosas. Tiene la gran virtud, no por simple menos necesaria, de ser casi siempre muy divertido. Disfruté con The Authority, con Wanted, con Superman Red Son. Pero en Civil War me mosqueó bastante con una obra que comienza como algo apasionante y poco a poco va de más a menos finalizando de una forma decepcionante.
He leido Kick-Ass y he visto su versión cinematográfica casi al tiempo y con ambas me he sentido desengañado. Aunque hay diferencias entre las viñetas y la pelí no me parecen sustanciales, así que me referiré a Kick-Ass en general. Cuando comienzo a leer un cómic o a ver una película ya se que me meto en la ficción y lo aceptó. La ficción tiene sus normas. Si veo Condorman se que estoy en una ficción sobre el mundo real, por mucho que Woody Wilkins se disfrace de Condorman la historia se plantea siempre en el mundo real, todo lo fantástico que se quiera, pero nunca traspasa la frontera para introducirse en el irreal mundo de los superhéroes. Me he acordado de Condorman porque el comienzo de Kick-Ass, tanto en el cómic como en la película, me recordó a la vieja película de 1981, obviamente con un humor más bestia, pero ese comienzo y el posterior relato nos presenta un relato donde Dave Lizewski/Kick-Ass, como Woody Wilkins/Condorman, es un personaje de nuestra realidad, de este mundo, con sus reglas; no de ese otro mundo, también con sus reglas, que es el de los superhéroes. Como es evidente para cualquiera que me conozca -y para él que no lo sepa, lo aclaró- que me entusiasman las historias de superhéroes, entrar en ese mundo maravilloso donde la gente vuela o le salen garras de los nudillos. Lo que me jode es que me cambien las reglas a mitad del partido y esto es lo que ha hecho Millar en Kick-Ass. Lo que comienza como la posible historia de un friqui pringado, bastante normalito y poco dotado físicamente, que se pregunta por qué no hay superhéroes en la vida real, se va transformando, poco a poco, en una convencional historia de superhéroes vengadores, llegando al paroxismo tras el brutal asesinato de Big Daddy. El Dave Lizewski humano, que debe pasar una larga recuperación tras la primera paliza, se ha convertido en un autentico superhéroe, con una capacidad de recuperación mayor que la de Lobezno, capaz de realizar las hazañas de cualquier personaje de Universo Marvel o DC. Me han pasado, sin previo aviso, del humor paródico lleno de ingenio a lo de siempre, me han hecho trampas porque Mark Millar no sabe acabar la historia que inicia magníficamente.
El prologuista de la edición española del cómic, Celes J. López, se mete en un jardín, cuando comienza afirmando: "ESTE NO ES UN CÓMIC REALISTA", no se muy bien a que se refiere. Realistas son las obras artísticas o literarias basadas en la imitación fiel de la naturaleza y, según el propio López, "lo que cuenta podría pasar de verdad", afirmación que no deja de ser una contradicción, cualquier ficción relata algún hecho que "podría pasar de verdad" aunque no haya sucedido y, como de momento no soy Dave Lizewski, entre otras cosas no tengo edad para serlo, los superhéroes no pertenecen a este mundo. Continúa el prologuista "Aquí no hay poderes fantásticos, ni magia, ni maquinas futuristas..." bla, bla, bla...
Antes afirme que las diferencias entre el cómic y el film no son sustanciales, aun manteniéndome en lo dicho si señalo que en una peli que va de rompedora, se adoptan muchas de las convenciones del canon hollywoodiense, la diferencia que más canta es que el chico debe conquistar a la chica y así lo hace. También se echan de menos los divertidos diálogos fascistoides entre Bigg Dady y Hit-Girl. Big Daddy: "¿La definición de diccionario de demócrata?". Hit-Girl: "Un gilipollas trastornado capaz de manifestarse por el derecho de matar bebés y de convocar manifestaciones con velas por asesinos múltiples". La necesaria espectacularidad, caiga quien caiga, hace volar a Lizewski, ahora convertido en Red Richards, capaz de usa cualquier máquina.
El cómic y la pelí son divertidos pero francamente bastante frustrantes.

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